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Musicos en Acción - Por Rodolfo Perez
7 Nov 2021

La Ruleta de la Fortuna

La revolución industrial, la que originó nuestra educación, la forma en que trabajamos y nuestra economía, también fue la encargada de incidir en nosotros la conformación de un sistema de creencias que nos llevó a depositar nuestras esperanzas en el estudio, el talento, la disciplina, el trabajo arduo y la obediencia como las principales armas para lograr cumplir nuestras expectativas de vida. Es decir, aquellos sueños de poder conseguir un empleo distinguido, respetable, con un salario elevado y acompañado de prestaciones y acreditaciones.

A lo anterior se le debe añadir la trampa de la meritocracia que se ha encargado de ensalzar esas virtudes, distinguiendo a quienes han tenido la experiencia de ganar en la ruleta de la fortuna como ejemplo para legitimar que el sistema tradicional funciona bien y que hay que seguir ahí.

Para citar un par de ejemplos, vemos como en los últimos 50 años los concursos de canto organizados por la televisión se han encargado de contar historias sobre el talento, la disciplina y el esfuerzo de los ganadores; las revistas especializadas de música siguen poniendo en sus portadas la grabaciones galardonadas o a los músicos que han ganado algún concurso relevante; los conservatorios por su parte, han condecorado a los maestros que entregaron más de 25 años de su vida al servicio de la institución distinguiendo su constancia como un ejemplo a seguir por las nuevas generaciones.

A partir de esto durante años nos han dicho que ese es el camino a seguir, y en el caso de la música se construyó una fórmula muy sencilla; se requiere tener talento, trabajar mucho, ser muy disciplinado y tener paciencia para esperar…

Esperar para ser elegido en un concurso de oposición cuando se abra una buena plaza en esa universidad o conservatorio de renombre… para ser elegido por el director de aquella orquesta para ocupar un lugar en la sección de violín primero… para ser elegido por algún sello discográfico o algún representante tal como pasó hace más de 20 años por un centenar de artistas.

La realidad es que el mundo ya cambió, mejor dicho hace 25 años empezó la revolución de una nueva era que se distingue por el constante cambio donde nuestras expectativas más básicas ya ni siquiera se alcanzan si seguimos en el modelo de trabajo convencional de cambiar tiempo por dinero o a través del engaño de la meritocracia que más bien es como el juego de la ruleta de la fortuna donde solo ganan unos cuantos.

La revolución digital ha derribado la autoridad, y la nueva economía no solo nos permite cumplir con nuestras expectativas, también nos da la posibilidad de alcanzar nuestros sueños y una gran calidad de vida ayudando a otros a cumplir sus deseos.

Hoy no necesitas que una universidad te de la oportunidad para inspirar a un centenar de jóvenes para ayudarlos a convertirse en mejores músicos, hoy en día ese conservatorio más que darte te quita tiempo para influir en miles de personas a quienes puedes inspirar, enseñar y guiar con todo lo que sabes. Tampoco necesitas que un representante artístico te descubra para programarte una gira de conciertos o que un sello discográfico te contrate para producirte un disco y distribuirlo, la revolución ya les quitó su poder a las grandes organizaciones y te lo dio a ti.

Ahora el nuevo reto es despertar, reflexionar y actuar ante esta nueva realidad para no seguir en el mismo bucle recursivo de seguir esperando a que nos elijan, a que nuestros países cambien o a que la competencia desleal desaparezca. La revolución de hoy premia más que nunca a la nueva generación de artistas que como artesanos día a día trabajan en perfeccionar el arte de crear conexiones con las personas que los necesitan.

No debemos esperar más a ser elegidos y hoy debemos tomar la valiente decisión de renunciar a la autoridad para elegirnos a nosotros mismos y así empecemos a ofrecer al mundo de manera generosa todo lo que tenemos para dar. Como dice Manuel Castells, ya nada es regional y ahora debemos asumir que vivimos en un mundo global y completamente conectado.

Así es que cualquiera que sea tu sueño o aspiración, no sigas esperando o apostando en la ruleta de la fortuna porque los beneficios de la sociedad industrializada y la meritocracia están desapareciendo cada día más y lo que te ofrecen ya no corresponde con la riqueza de tu arte.

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